Semana Santa

Semana Santa

  • Museo de la Semana Santa

La Semana Santa de Puente Genil, familiarmente conocida como “la Mananta”, constituye una de las manifestaciones de religiosidad popular más importantes y singulares de Andalucía.

Más allá de la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, la Mananta adquiere en Puente Genil un sello único que se torna en inolvidable para el que la visita por primera vez. Es, sin duda alguna, una fiesta de sensaciones, donde todo parece mezclarse en un desorden aparente e incluso contradictorio. Es ahí, no obstante, donde reside gran parte de su misterio y atractivo.

Es también, la gran fiesta de la participación, pues la Mananta es una fiesta del pueblo, forjada por él.

Y junto a ello, el peso de la tradición. La Mananta se forjó a lo largo de cientos de años, y es tradicional porque sus costumbres se han conservado en el pueblo transmitiéndose de generación en generación.

Bajo estas premisas, el lector de esta pequeña guía encontrará los elementos necesarios para aproximarse, necesariamente de forma superficial, a esta explosión de fe y sentir popular que representa la Mananta. Conjugarlos, dando profundidad a lo dicho anteriormente, exigirá mas tiempo. A veces, toda una vida.

LA CUARESMA

La antesala de la Semana Santa de Puente Genil es su esperada Cuaresma, vivída intensamente en nuestra ciudad. Comienza el Jueves Lardero, anterior al Miércoles de ceniza. Se inicia, así, un período de cuarenta días marcado por las celebraciones religiosas, llamadas en función de su duración, Triduos o Quinarios, que en honor de sus imágenes titulares organizan Cofradías y Hermandades.

La cuaresma está representada por una curiosa estampa de la imaginería popular. Una vieja mujer que sostiene un bacalao en la mano y una cesta con arenques y verduras en la otra – comidas propias de los tiempos de cuaresma -. De su falda sobresalen, igualmente, siete patas. Auténtico calendario de la cuaresma, la vieja constituye una medida del tiempo singular, contándose las semanas no por días sino por sábados.

Introducida entre finales del siglo XIX y principios del XX por la Corporación biblíca de “La Judea”, es un fiel reflejo de la capacidad de adaptación y sincretismo de la mananta, pues su origen y mayor difusión se encuentra en zonas de Cataluña, Pais Vasco y Baleares.

Pero el acontecimiento más singular de nuestra cuaresma lo constituyen los Sábados de Romanos. Cada sábado de cuaresma y hasta el Domingo de ramos tiene lugar la “subida a Jesús”. Esa noche, al compás de los pasodobles de la banda de música del Imperio Romano, los hermanos de esta corporación desfilan en formación, precedidos por bengalas y vistiendo túnicas de colores. Una muchedumbre los acompaña en su recorrido desde el barrio bajo hasta la explanada del Calvario, donde se encuentra la ermita de Ntro. Padre Jesús Nazareno y donde, una vez allí, sonarán los acordes del tradicional Miserere.

A lo largo de la subida, cada una de las corporaciones va ocupando un lugar o espacio determinado, dirigiéndose al Calvario de forma pausada entre la charla amistosa, la “uvita” compartida y el cántico de las cuarteleras, esa saeta llana, dialogada, que llega al corazón de quien la escucha y sirve de oración para el pontano.

De vuelta al Cuartel un hermano arrancará una pata a la vieja en un ritual que adquiere diversas formas según cada corporación, pero en todas, constituye el momento culminante de los “sábados de romanos”.

Por todo ello, es en la cuaresma, donde cabe entender el fervor de este pueblo y su pasión por la Semana Santa. Y es también ahora cuando el visitante siente que hay algo inexplicable en todo esto. Asombro, contrariedad, admiración, rechazo, en cualquier caso, a nadie deja indiferente.

EL CUARTEL

Todas las Corporaciones tienen su Cuartel. Es éste el alojamiento del manantero durante la Semana Santa y su lugar de reunión habitual a lo largo del año. La razón de su nombre es variada: puede provenir de la denominación que hace cientos años a los distintos barrios o distritos de las ciudades. Se puede encontrar una segunda acepción en sentido militar de la palabra, bajo el punto de vista de que sólo es para los hombres.

La existencia de los cuarteles es antigua. Según un documento de 1721, los hermanos ya hacían sus comidas de hermandad, a veces dentro de los mismos templos, cosa que prohibieron los obispos.

En los primeros tiempos no tenían las corporaciones sede fija. En Cuaresma y Semana Santa solían utilizar molinos o graneros como locales de encuentro, teniendo un carácter itinerante. Indicador de las vicisitudes por las que pasa Puente Genil durante todo el siglo XX, hoy, la mayor parte de las Corporaciones poseen una sede fija.

Todos los Cuarteles, bien sean casas antiguas rehabilitadas o de nueve construcción, poseen una estructura tipo, con una serie de dependencias esenciales: amplio vestibulo o sala de recepción, gran salón comedor para reuniones, almuerzos y cenas, cocina, despensa, aseos y, si el edificio lo permite, patio.

Es en torno al gran salón donde se desarrolla la vida en el cuartel. Una larga mesa con un número de sillas equivalente al de hermanos que componen la Corporación domina el espacio. Se decoran sus paredes con multitud de testimonios gráficos, verdadero archivo manantero de presentes y ausentes, la Vieja Cuaresmera, poesías, caricaturas de los hermanos, etc.

Verdadero patrimonio de Puente Genil, el Cuartel constituye el eje central de la Mananta, su motor y espíritu. En él se encuentra gran parte de la singularidad de la Semana Santa, ya se aborde desde el punto de vista antropológico, religioso o cultural.

Enlace a la página oficial de la AGRUPACIÓN DE COFRADÍAS, HERMANDADES Y CORPORACIONES BÍBLICAS DE PUENTE GENIL